La sequía puede tener su lado bueno si nos enseña a valorar el agua, un recurso imprescindible y cada vez más escaso. El suelo pavimentado, las pérgolas, fuentes y macetas, que definen el estilo mediterráneo, no son meros adornos, sino elementos básicos de un jardín sostenible.
Nuestro jardín tiene que funcionar como un pequeño ecosistema autosuficiente, porque si requiere riegos constantes o contamina el ambiente con pesticidas no tendrá futuro.Pautas para crear y mantener un jardín sostenible
o Realizar el trazado de acuerdo con las características del terreno, nunca al revés.
o Conservar la mayoría de los árboles y arbustos que existan en la parcela, porque son un vínculo con el paisaje y una estructura ya consolidada que acelerará la configuración del nuevo jardín.
o Acondicionar el suelo para conseguir una tierra de cultivo sana y equilibrada. Antes de plantar es imprescindible retirar escombros y malas hierbas, cavar hasta 50 cm para conocer la profundidad y composición del suelo y, si es necesario, mejorar el drenaje.
o Cuando se trate de una gran parcela en pleno campo, lo mejor esajardinar solo la zona más próxima a la casa y plantar el resto con árboles que requieran poco agua y tengan un sistema radicular profundo que impida la erosión del suelo: algarrobo, almez, árbol del Amor (Cercis siliquastrum), algunos fresnos (Fraxinus ornus y F. velutina) y muchas acacias. Hay que evitar, en cambio, los que contienen aceites o resinas inflamables como eucaliptos, pinos, enebros o sabinas.
o Prolongar lo más posible el intervalo entre riegos. A partir del tercer año, hacerlo una vez por semana suele ser suficiente. El exceso de agua debilita las plantas y las hace más vulnerables a las enfermedades; producen frutos insípidos que se pudren enseguida; y resulta particularmente dañino para los árboles que, en vez de desarrollar un sistema radicular fuerte y ramificado, en busca de la humedad acumulada en las capas más profundas del suelo, se nutren de la humedad superficial. Por eso se recomienda que los riegos sean abundantes pero esporádicos.
o Utilizar plantas de climas secos. No de forma exclusiva, pero sí para los árboles, arbustos y tapizantes que estructuran el diseño. A la hora de elegir, da preferencia a las especies botánicas frente a los híbridos.
o Crear zonas de sombra, porque la umbría que proporcionan árboles, setos, arcadas, pérgolas y emparrados refresca el ambiente, reduce la temperatura hasta dos o tres grados y hace el jardín habitable a cualquier hora del día. La alternancia de especies perennes y caducas actúa también como un termostato natural, ya que permite que en invierno la luz y el calor del sol lleguen a todos los rincones. La proporción adecuada es una tercera parte de perennes y dos de caducas.
o No mezclar plantas con distinta necesidad de agua. Por ejemplo, colocar pensamientos al pie de un olivo. La jardinería admite asociaciones caprichosas pero no incompatibles.
o Recurrir a las macetas para cultivar en ellas flores de temporada y plantas que requieran mayor humedad como hortensias o camelias; así se podrán regar con mayor frecuencia sin ahogar al resto.
o No regar a mediodía para evitar la mayor evaporación y eventuales quemaduras sobre las hojas que produciría el calor de las horas centrales. En primavera y verano, lo mejor es hacerlo a la caída de la tarde.Mantenimiento
La aparición de plagas y enfermedades en el jardín se debe en la mayoría de los casos a errores de cultivo. El primer paso para evitarlo es elegir bien las plantas; luego, mantenerlas con cuidados sencillos y eficaces si se realizan de forma rutinaria:
1. Eliminar cuanto antes las flores marchitas y las ramas secas o heladas. Este recorte frecuente y sistemático evita que las ramas se desarrollen de forma enmarañada y permite que la luz y que el aire lleguen a todos los tallos.
2. Proporcionar a cada planta el abono adecuado y en el momento preciso. Ya que tanto la carencia como el exceso de nutrientes pueden originar trastornos en las plantas y afectar a las de alrededor.
3. Mantener el equilibrio natural. No hay razón para eliminar sistemáticamente lagartijas, abejorros o arañas que tan útiles son para mantener a raya ciertas plagas.Alternativas al césped
El suelo pavimentado es mucho más apropiado que la hierba para un clima seco. Existen diferentes opciones: hormigón teñido con óxido, piedra, ladrillo, gres… Lo importante es que resista los cambios de temperatura, que no se deteriore con la humedad ni se convierta en una pista de patinaje cuando esté mojado.
Se puede alternar con superficies blandas: gravilla rústica o de mármol, cantos rodados, cortezas trituradas, albero, tierra batida. O adornar con plantas tapizantes que aportarán movimiento y naturalidad.
Para pleno sol: Phyla nodiflora, tomillo (Thymus vulgaris y T. serpyllum), Verbena peruviana, Armeria marítima o Lobularia marítima. A media sombra: fresas (Fragaria chiloensis o F. vesca) o violetas (Viola odorata).
o Realizar el trazado de acuerdo con las características del terreno, nunca al revés.
o Conservar la mayoría de los árboles y arbustos que existan en la parcela, porque son un vínculo con el paisaje y una estructura ya consolidada que acelerará la configuración del nuevo jardín.
o Acondicionar el suelo para conseguir una tierra de cultivo sana y equilibrada. Antes de plantar es imprescindible retirar escombros y malas hierbas, cavar hasta 50 cm para conocer la profundidad y composición del suelo y, si es necesario, mejorar el drenaje.
o Cuando se trate de una gran parcela en pleno campo, lo mejor esajardinar solo la zona más próxima a la casa y plantar el resto con árboles que requieran poco agua y tengan un sistema radicular profundo que impida la erosión del suelo: algarrobo, almez, árbol del Amor (Cercis siliquastrum), algunos fresnos (Fraxinus ornus y F. velutina) y muchas acacias. Hay que evitar, en cambio, los que contienen aceites o resinas inflamables como eucaliptos, pinos, enebros o sabinas.
o Prolongar lo más posible el intervalo entre riegos. A partir del tercer año, hacerlo una vez por semana suele ser suficiente. El exceso de agua debilita las plantas y las hace más vulnerables a las enfermedades; producen frutos insípidos que se pudren enseguida; y resulta particularmente dañino para los árboles que, en vez de desarrollar un sistema radicular fuerte y ramificado, en busca de la humedad acumulada en las capas más profundas del suelo, se nutren de la humedad superficial. Por eso se recomienda que los riegos sean abundantes pero esporádicos.
o Utilizar plantas de climas secos. No de forma exclusiva, pero sí para los árboles, arbustos y tapizantes que estructuran el diseño. A la hora de elegir, da preferencia a las especies botánicas frente a los híbridos.
o Crear zonas de sombra, porque la umbría que proporcionan árboles, setos, arcadas, pérgolas y emparrados refresca el ambiente, reduce la temperatura hasta dos o tres grados y hace el jardín habitable a cualquier hora del día. La alternancia de especies perennes y caducas actúa también como un termostato natural, ya que permite que en invierno la luz y el calor del sol lleguen a todos los rincones. La proporción adecuada es una tercera parte de perennes y dos de caducas.
o No mezclar plantas con distinta necesidad de agua. Por ejemplo, colocar pensamientos al pie de un olivo. La jardinería admite asociaciones caprichosas pero no incompatibles.
o Recurrir a las macetas para cultivar en ellas flores de temporada y plantas que requieran mayor humedad como hortensias o camelias; así se podrán regar con mayor frecuencia sin ahogar al resto.
o No regar a mediodía para evitar la mayor evaporación y eventuales quemaduras sobre las hojas que produciría el calor de las horas centrales. En primavera y verano, lo mejor es hacerlo a la caída de la tarde.Mantenimiento
La aparición de plagas y enfermedades en el jardín se debe en la mayoría de los casos a errores de cultivo. El primer paso para evitarlo es elegir bien las plantas; luego, mantenerlas con cuidados sencillos y eficaces si se realizan de forma rutinaria:
1. Eliminar cuanto antes las flores marchitas y las ramas secas o heladas. Este recorte frecuente y sistemático evita que las ramas se desarrollen de forma enmarañada y permite que la luz y que el aire lleguen a todos los tallos.
2. Proporcionar a cada planta el abono adecuado y en el momento preciso. Ya que tanto la carencia como el exceso de nutrientes pueden originar trastornos en las plantas y afectar a las de alrededor.
3. Mantener el equilibrio natural. No hay razón para eliminar sistemáticamente lagartijas, abejorros o arañas que tan útiles son para mantener a raya ciertas plagas.Alternativas al césped
El suelo pavimentado es mucho más apropiado que la hierba para un clima seco. Existen diferentes opciones: hormigón teñido con óxido, piedra, ladrillo, gres… Lo importante es que resista los cambios de temperatura, que no se deteriore con la humedad ni se convierta en una pista de patinaje cuando esté mojado.
Se puede alternar con superficies blandas: gravilla rústica o de mármol, cantos rodados, cortezas trituradas, albero, tierra batida. O adornar con plantas tapizantes que aportarán movimiento y naturalidad.
Para pleno sol: Phyla nodiflora, tomillo (Thymus vulgaris y T. serpyllum), Verbena peruviana, Armeria marítima o Lobularia marítima. A media sombra: fresas (Fragaria chiloensis o F. vesca) o violetas (Viola odorata).